Ya en manos de los nietos, la empresa cambió de nombre y localización, obligado por los organismos municipales debido a la contaminación producida en la fábrica, desplazándose al Polígono Industrial El Pino, ubicación actual de la empresa. Debido a una falta de vocación por parte de los descendientes de la familia, dos empleados apostaron por darle continuidad a la fundición sevillana adquiriendo el 100% del accionariado.